Llevo la caducidad del tiempo atada a las zapatillas,a cada paso,en cada calle me espera un ayer demasiado vivo.A veces pienso que es de tontos entenderlo,simplemente hace falta no perder el equilibrio cuando hay bordillos.




miércoles, 24 de septiembre de 2008

fragmento 1.

África.

Y ahí va,calle abajo;con la mochila llena de garabatos del alma y la sonrisa en la mano,que no se olvide que tiene de eso.Los paraguas van poblando las aceras y el resbalar de las gotas juega con las suelas de las zapatillas.Layla suena como si llevase dieciséis años escuchándola,y las escaleras del metro son cualquier cosa menos cómodas;a veces lleva tanta prisa que se olvida de que siempre llega media hora antes a los lugares.
No sé qué coño te pasa,pero esto no puede seguir así.
Hace demasiados meses que todo se tuerce,las clases,las tardes de deambular con Vicky,Lau y Marta,estar en casa...Últimamente necesita soledad,no melodramática pero sí pensar en nada.Siente que vivir es un contínuo descifrar de Poeta en Nueva York,sólo que Lorca ha olvidado ser poeta.
No es nada,supongo que será que me hago mayor y esas gilipolleces.



Nacho.


Joder,menuda mierda.
Nunca se la ha dado bien eso de madrugar,y los tres despertadores de turno parece que cada vez se olvidan de que hay que volver a lo mismo de siempre.Mamá a estas horas debe de haber llegado a la oficina,haberse puesto la bata y seguramente ande con los 40 principales de arriba a abajo.
Nunca ha entendido por qué hay que avergonzarse de ser "hijo de".Su madre limpia la mierda de oficinistas con aires de burocracia,¿y?
Genial,eres el puto amo,te has quedado sin pilas,a ver ahora cómo consigues no dormirte.
Hoy no podrá romperse los tímpanos escuchando las mismas canciones de los Mother Love o Soundgarden.Y las clases siempre son una nueva oportunidad de superarse.Es muy complicado tocar las narices a ocho profesores de distinta forma,y la secundaria ha hecho estragos en su moral.
A ver si veo a Afri y se me hace más corto esto.
Se supone que coge el metro pronto para llegar antes a clase,pero es más que obvio que necesita quedarse en los bancos de la entrada a esperar a Albert,Quique,Joan,Carlos y Jose;ellos viven cerca del instituto.
A veces me dan ganas de que pasase toda esta mierda,levantarme un día y
decir,coño,ya tengo dieciocho.
Y vuelve a darse cuenta de que las orillas de los pantalones debería entrárselas.


Hay casualidades,de esas que desconciertan a la rutina.

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