viernes, 5 de septiembre de 2008
Prometer aprender.
Aprendí no sé si demasiado pronto o demasiado tarde,a no escuchar las ventanas a las tres de la madrugada;que la noche vive a base de recordarla cuando el iris se descorazona bajo el sol,y que el suelo de mi habitación no es lo bastante frío para sentar los minutos a la hora de sentar el sueño.Y entendí,no sin arañar el tejido cardíaco de los bancos de aceras cansadas,que no se pueden regalar dos días a cuatro palabras.
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